Las grandes empresas de telecomunicaciones globales (habitualmente referenciadas como TELCOS) vienen operando en un entorno desafiante, especialmente en los últimos 5 años.
Si bien la pandemia generó oportunidades de crecimiento para el sector, especialmente en lo referido al aumento del tráfico de datos a raíz del confinamiento social, lo que produjo cambios en los hábitos de la vida diaria como ser el teletrabajo, la educación digital, entre otros. La industria debió lidiar con un contexto de fuerte competencia.
En efecto, los grandes jugadores (players) profundizaron el proceso de transformación digital, incorporando nuevas tecnologías que demandaron significativas inversiones a nivel de infraestructura (compras de equipos, mejoras en la seguridad y eficiencia de operación de la red, modernización e innovación tecnológica, pago de licencias de operación 5G), todo ello en un entorno de costos al alza (principalmente de energía y personal), la falta de oferta de ciertos componentes tecnológicos que elevaron su precio (chips), y con márgenes de rentabilidad ajustados productos del entorno competitivo mencionado. Asimismo, otros ingresos de negocios (los tradicionales) se vieron afectados, como el servicio de roaming internacional. Para ser certeros, la infraestructura estaba pero faltaba el uso cotidiano de las aplicaciones por parte de los usuarios que hicieran el enlace y hagan a un lado un costo que (en el bolsillo de ellos) resultara innecesario.
Por su parte, las empresas se vieron forzadas a incrementar su nivel de endeudamiento, como consecuencia del proceso de inversión en infraestructura descrito, así como por los pagos de las licencias 5G a los gobiernos, siendo una industria de alto nivel de utilización de capital. Esta situación generó un fuerte incremento en el pago de los intereses financieros, afectando las rentabilidades finales (bottom line), debiendo incluso ciertas empresas reconocidas del sector, recortar el pago de dividendos a sus accionistas para compensar su situación financiera.
Hoy en día
Este escenario produjo un reto mayor en la industria, aún luego de la pandemia y hasta la actualidad, donde los bancos centrales subieron las tasas de interés para contener la inflación a nivel mundial. Circunstancia que impactó sobre una mayor carga financiera de estas compañías, agravando el contexto antes descrito.
Igual somos optimistas. Hacia adelante, se espera que este sector se beneficie de la ansiada reducción de las tasas de interés internacionales, que se estima iniciará entrado el 2do semestre, así como del aprovechamiento de los cambios permanentes de los hábitos de consumo, y monetización de toda la inversión ya efectuada en infraestructura. Más aún, la industria apuesta a la ampliación de la oferta de nuevos servicios de innovación tecnológica, como la red 5G, diseños de soluciones a empresas en la nube, realidad virtual, los productos de Internet de las cosas (IOT), donde se espera a controlar todos los aparatos electrónicos del hogar a distancia a través del celular.
Nuestra óptica, basados en los argumentos descritos, entendemos que se presentan oportunidades de inversión en determinadas empresas del sector, que han logrado mantener su participación de mercado (market share) a pesar del entorno fuertemente competitivo, habiendo conservado a la vez una posición financiera saludable.
Para mejor, la historia nos indica que son compañías que suelen pagar jugosos dividendos en efectivo, con flujos estables en el tiempo, lo que es valorado por los inversores de largo plazo.
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