En la medida en que la presión tributaria tienda a subir, será cada vez peor. Si lo que buscamos es reducir el precio de los alimentos, entonces deberíamos comenzar a plantearnos un esquema tributario en el cual menos sea más.
Suena la alarma. Son las 4 de la mañana. Se levanta y pone a calentar la pava para tomarse unos mates, mientras enciende la radio y escucha que la suba de precios de los alimentos es culpa de los agropecuarios, es decir, los trabajadores del campo.Sentado mientras se ceba un mate, este hombre reflexiona y continúa su día sin saber con precisión cuánto de lo que produzca en su trabajo será efectivamente para su familia. Esta situación cotidiana se debe a que no se suele analizar la carga tributaria de estos productos. Para disponer de un panorama más revelador, a partir de un análisis reciente que realizó la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), el promedio de impuestos de productos como la soja, el maíz, el trigo y el girasol ronda en el 63,2%. Es decir que, por cada mil pesos de ventas, la cadena de producción obtiene menos de 400 pesos de ganancia, y esto sin descontar los costos de producción y mano de obra empleada.
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